En la una charla realizada en el marco del Congreso, Futuro el Profesor Carlo Casonato plantea una serie de reflexiones  muy relevantes en torno a los derechos Humanos y la Inteligencia Artificial, esas reflexiones dan origen al siguiente articulo.

La Inteligencia Artificial (IA) se está convertido en una tecnología omnipresente que va tener un impacto transformador en nuestras vidas y en la sociedad en general. Sin embargo, sus características tecnológicas, como la autonomía, imprevisibilidad y falta de transparencia la hacen una tecnología distintas a todas las otras y plantea nuevos desafíos para los derechos humanos.

En primer lugar, es importante adaptar algunos viejos derechos humanos a los nuevos retos de la IA. El principio del consentimiento informado y el principio de igualdad son derechos que pueden aplicarse en este contexto. El consentimiento informado se refiere al derecho de saber si estamos interactuando con un ser humano o con una máquina de IA. Esto es especialmente relevante en situaciones en las que confiamos en sistemas de IA para recibir atención médica o servicios públicos. En este sentido, es necesario garantizar que la información sobre la naturaleza de nuestro interlocutor sea clara y accesible.

Además, es importante disponer de información sobre los motivos y razones que llevaron a la máquina a generar un determinado resultado. Sin embargo, la opacidad en el funcionamiento interno de los sistemas de IA, como el aprendizaje automático y las redes neuronales, plantea dificultades para comprender cómo se llega a un determinado resultado. Este fenómeno de la «caja negra» no solo pone en peligro la legitimidad de las decisiones tomadas por la IA, sino que también dificulta corregir los errores que puedan surgir.

En este sentido, es necesario trabajar en la transparencia de los sistemas de IA de alto riesgo, de manera que los usuarios puedan entender e interpretar los resultados de manera adecuada. Además, es importante que los sistemas de IA no produzcan resultados discriminatorios o erróneos. Se han realizado estudios que revelan que la IA puede tener efectos discriminatorios, como en el ámbito de la justicia o en servicios médicos. Es fundamental abordar estos problemas y garantizar que la IA no contribuya a la discriminación existente en la sociedad.

Por otro lado, es necesario repensar y ampliar la lista de derechos humanos para garantizar que la IA promueva el bienestar de todos los individuos y no se convierta en una herramienta de explotación y desigualdad. Es fundamental que la capacidad transformadora de la IA se ponga al servicio de la humanidad en su conjunto.

En resumen, la IA presenta desafíos únicos para los derechos humanos debido a sus características tecnológicas especiales. Adaptar los derechos existentes a estos nuevos retos y reflexionar sobre nuevos derechos específicos para la IA es esencial para garantizar que esta tecnología se utilice de manera ética y beneficie a la sociedad en su conjunto. Es necesario trabajar en la transparencia de los sistemas de IA, evitar la discriminación y promover el bienestar de todos los individuos frente a esta tecnología en constante evolución.

En este sentido, es importante destacar que la IA está cambiando la forma en que vivimos y experimentamos el mundo. Estamos modificando nuestros entornos, como nuestras ciudades y hogares, para que sean aptos para la IA. Esto incluye la implementación de sensores, cámaras y la capacidad de captar, transmitir y procesar grandes cantidades de datos sobre nosotros.

Sin embargo, debemos asegurarnos de que esta transformación respete la dimensión humana y no ponga en peligro nuestra intimidad y protección de datos personales. Es fundamental que la capacidad omnipresente y transformadora de la IA se utilice en beneficio de la mayoría de la humanidad y no se convierta en una herramienta de explotación en manos de unos pocos.

En este sentido, se debe trabajar en un nuevo constitucionalismo digital que repiense y reafirme los derechos humanos en el contexto de la IA. Es necesario garantizar que la IA sea un instrumento de democracia, progreso social y económico, en lugar de convertirse en un nuevo vehículo de desigualdad y discriminación.

Por lo tanto, es crucial reflexionar sobre nuevos derechos que aborden las necesidades y desafíos planteados por la IA. Esto implica adaptar viejos derechos, como el derecho a la información y el consentimiento informado, a las realidades de la IA. Además, debemos considerar la transparencia en los resultados generados por los sistemas de IA y garantizar la igualdad y no discriminación en su aplicación.

En última instancia, la IA centrada en el ser humano debe ser el enfoque imperante. Esto implica promover el bienestar de los individuos y la sociedad en general, asegurando que los avances tecnológicos estén alineados con los principios éticos y los derechos fundamentales. Solo así la IA podrá desplegar todo su potencial en beneficio de la humanidad, evitando riesgos y fomentando un desarrollo justo y equitativo.

En conclusión, la IA presenta nuevas perspectivas que nos obligan a repensar los derechos humanos en su relación con esta tecnología. Adaptar viejos derechos, reflexionar sobre nuevos derechos y promover un enfoque centrado en el ser humano son elementos clave para garantizar que la IA se utilice de manera responsable y en beneficio de todos. La regulación y la ética desempeñarán un papel fundamental en este proceso, asegurando que la IA se convierta en una herramienta para el progreso y la equidad.

Además de abordar los aspectos éticos y de derechos humanos de la IA, también es esencial fomentar la educación y la alfabetización digital en la sociedad. A medida que la IA se vuelve más omnipresente en nuestras vidas, es importante que las personas comprendan cómo funciona, qué implicaciones tiene y cómo pueden ejercer sus derechos en relación con ella. La alfabetización digital no solo permite a las personas tomar decisiones informadas sobre su uso de la IA, sino que también les capacita para participar en discusiones y debates sobre su regulación y gobernanza.

Además, es necesario promover la colaboración internacional en la regulación y el uso ético de la IA. Dado que la IA no conoce fronteras, es esencial que los países trabajen juntos para establecer estándares comunes y abordar los desafíos globales que plantea. Esto implica la cooperación entre gobiernos, el intercambio de buenas prácticas y la creación de espacios de diálogo para abordar los aspectos éticos, legales y socioeconómicos de la IA.

En definitiva, la Inteligencia Artificial abre nuevas perspectivas y desafíos para los derechos humanos. Si bien es una tecnología con un enorme potencial, también plantea preocupaciones éticas y sociales que deben abordarse de manera responsable. Es esencial adaptar y desarrollar nuevos derechos, establecer regulaciones efectivas y promover la colaboración internacional para garantizar que la IA se utilice en beneficio de la humanidad y se respeten los valores fundamentales de nuestra sociedad en un mundo cada vez más digitalizado.